TeKiero, saluda a las madres valerosas, desprendidas, las que soportan tantas cosas y siguen abrazando firmemente su valiosa misión de ser las madres, heroínas anónimas.
Acercándonos a la fecha que evoca el sentir de miles y miles de mujeres en todo el mundo, no podemos sino destacar con estas líneas, la labor maravillosa de esas madres… Diana, Sofía, Mayra, Carmita, Rosa, Lidia, María, Lourdes, Ana, Cecilia, y todas esas madres que nos dieron el ser sin resonar en los diarios, sin preseas en sus pechos, sin diplomas en las paredes.
Cuantas madres, sufren día a día la inclemencia de la soledad, la falta de comprensión y amor por parte de su medio más cercano, el desamparo de su pareja, la angustia de los días que vendrán sin la seguridad de un sustento que alivie las necesidades básicas. Nunca se debe menospreciar el esfuerzo que hace una madre por sacar adelante una nueva vida. Desde los primeros días de gestación el cuerpo padece cambios que sin duda demandan el esfuerzo de la mujer, cambios que van desde lo psíquico hasta lo físico.
Sin duda, esas mujeres abnegadas, que entregan lo mejor de sí y un poco más, deben estar presentes no sólo un día en el año, sino cada día de nuestra vida. Podríamos comenzar por entenderlas un poquito mejor, aprender a escucharlas, aprender de su esfuerzo, dedicarles más que bonitas palabras, ser conscientes de lo mucho que tuvieron que hacer para que gocemos de un vida y percibir sus oportunidades. Quererlas, es lo menos que merecen, darles sentido a su esfuerzo, guardarlas en lo profundo del corazón apreciando esa dedicación de la que nos hicieron objeto.
Hay un bello galardón aguardándolas a todas las que supieron tomar su vocación como misión ejemplar, y a aquellas que aún no les llegó el momento de ser madres, y que muy seguramente pronto lo serán, les dedicamos palabras calurosas de afecto y de solidaridad por querer ser parte del grupo enorme de mujeres que valientes y dignas caminan enarbolando el prodigio de su maternidad.
